Tal vez sientes que transitas una vida llena de prisas, donde quisieras controlar todas las cosas y donde hay agobio si éstas no salen como esperas. Sientes que eres un robot o una máquina en modo automático, que tiene que sacar adelante una tarea, la otra y la otra, y hacer malabares entre tus diversos roles: estudiante, trabajador/emprendedor, madre/padre, pareja, amigo(a), hijo(a), familiar...
Y, a eso, se le suma la presión que ejercen las redes sociales sobre nuestra mente, mostrando personas perfectas, con cuerpos perfectos, en lugares perfectos, con cosas perfectas. Vidas que queremos para nosotros y que, para lograr tenerlas, nos llenamos de más desafíos: sacar la platica para el viaje, para la cirugía, para el arreglo del cabello, comprar tal carro, entre una lista interminable de cosas.
Estamos en un trajín donde siempre debemos ser productivos, no podemos perder tiempo. ¿Y es que quién no se ha sentido incómodo si se queda solo unas horas "haciendo nada"?
El estrés y la ansiedad que generan estos agitados estilos de vida y la autoexigencia por estar “en todas” se han convertido en una problemática, en epidemias reales en nuestra sociedad.
El concepto “Slow Life” del que quiero hablarte en esta ocasión, no pretende ser una moda o algo pasajero, sino algo que todos necesitamos integrar a nuestra vida de cierta manera, ayudándonos a superar o, por lo menos, mitigar el estrés y la ansiedad que podría generarnos nuestro estilo de vida. Es un elogio a la calma, a la pausa, a estar en el momento presente. Es frenar un poco el ritmo agitado, para ser más consciente de lo que tienes aquí y ahora. Esto, sin duda, tendrá consecuencias positivas en tu mente, en tu salud, en tu bienestar.
¿Te animas a introducir este estilo de vida slow, saludable, en tu existencia? En los próximos posts, te estaré regalando claves para que vayamos trabajando en esto, paso a paso.
"Hay una temporada para todo, un tiempo para cada actividad bajo el cielo" - Eclesiastés 3: 1 NTV.
Te abrazo,
Adriana ❤
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